viernes, 31 de agosto de 2012

No señor, la vida no es tan corta


¡Este posmodernismo fugaz! ¡La vida no es tan corta! Sí es cierto, el tiempo no está para desperdiciarlo; pero tampoco es excusa para individualizar nuestras acciones y minimizar el impacto que causamos a nuestro alrededor.

Como purísimos representantes de la Civilización del Espectáculo tendemos a pensar que  las cosas deben hacerse para el disfrute inmediato y que si no tenemos remuneración instantánea el esfuerzo es simplemente inverosímil.

Encontramos ejemplos en todas partes, en los estudios, con las relaciones humanas, con el factor social y con todo en general. Incluso podríamos decir que nos justificamos por el miedo a que la vida se acabe en un instante y el ´´corre corre´´ termina por reflejar un incremento exagerado de falta de compromiso en las personas (especialmente las más jóvenes). De pronto un día cualquiera y gracias al miedo pasamos de amor a sexo, de amigos a ´´compas´´, de profesión a ´´brete´´ y de romanticismo a ´´un fiestón de una noche´´.

La ligereza de acciones y de pensamientos representan la decadencia de nuestra generación, porque olvidamos que sí se necesita tiempo, tiempo para amar, para comprometerse, para desarrollar una meta, para enamorarse, para ser exactamente como queremos ser y quienes queremos ser. La vida es entonces: esos momentos que pasan mientras estamos corriendo porque no podemos perder un minuto y tampoco comprometernos con nada. ¿Para qué perder el tiempo?

¿Cómo construir un sueño si no tenemos tiempo para soñar, cómo convertir un sueño en una meta si no tuvimos tiempo para motivarnos, cómo emprender la labor si la motivación no llegó a ser suficiente para sostenernos en las tempestades? ¿Cómo hacer verdaderos amigos si no hay chance para conocerse y para comprometernos con nuestros sentimientos?

Tal vez suene muy anticuado, pero si no nos tomamos el tiempo de darle buen uso al tiempo, no solo tendremos una vida muy corta, también una muy insignificante.

Algunos de los que se hicieron padres en la época de los 80s, son o han sido el vivo ejemplo del inicio y las consecuencias de éste estilo de vida. No hubo tiempo para trabajar, no hubo tiempo para cuidar a sus hijos, no hubo tiempo para cotizar una pensión, porque ´´quien es espíritu libre no se compromete´´. Y es que, el que piensa que la vida es tan corta, tiene muy corta su visión a futuro, pero cuando los momentos fugaces se acaban ¿qué queda?

Hemos sido testigos de infinidad de almas fugaces, hemos visto cómo la lucha se acaba temprano porque pereció la capacidad de crear esos momentos maravillosos; y más que satisfacción al final vemos dolor. El dolor de todos aquellos que decidieron ´´facilitarse´´ la estrategia de vida y al que final enfrentaron las terribles consecuencias.

Existen  infinidad de casos que actualmente caminan por el mismo trampolín y que tienen preferencia por cerrar su corazón y exponerse lo mínimo posible, pero corren un gran riesgo: desconocen las secuelas  de tan desafortunada actitud.

Pero mis estimados: ¡hay tiempo! porque la vida no es tan corta, porque cambiar es posible, porque los resultados de los grandes esfuerzos siempre son más dulces, porque las consecuencias de enfrentarse al verdadero dolor nos hacen más fuertes y porque quien quiera dejar una huella debe pisar con mucha fuerza. Al final de cuentas, lo queda después de una gran comilona es un intenso dolor de panza y después de una vida de mucha gratificación instantánea, mucha soledad. 


Nota: Ésto tiene una dedicatoria especial para algunas personas que ya han partido, que han dejado grandes vacíos en mi corazón y que quisieron dejar este mundo muy jóvenes para no tener que soportar el calvario de la soledad; pero también para algunas otras que con la tristeza de mi alma veo encaminarse en la desesperante realidad de una vida fugaz.


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