martes, 30 de agosto de 2011

El Imperativo de la libertad

¡Me encanta este título! Aunque admito que es un plagio de John Merrill; todo lo que implica la libertad para un ser humano y su entorno social está plasmado en estas cinco palabras. Pero debo decir, con el pesar que conlleva aceptar esta realidad, que ya no creo en tan rimbombante frase.
La libertad ´´bonita´´, de esa que creía en la Costa Rica solidaria, que se daba por sentada y que cada quien asumía por sí solo, por la pura necesidad de mantener el status quo que nunca estuvo en papel. Aquella donde los límites por más invisibles que fueran no necesitaban coercitividad, porque el bien se asumía, se trabajaba por una armonía común.
Pero los tiempos cambian y asumir la madurez de los seres humanos puede ser algo muy peligroso y  traer muchos problemas.
Con el pasar de los años, las personas, los gobiernos y las corporaciones han hecho lo posible por facilitar el diario vivir y el crecimiento de los humanos, pero se han olvidado del desarrollo. Es tal el interés de simplificar la vida que es de ley tener todo al alcance de las manos. Desde poder evitarse la fatiga de caminar o tomar el trasporte público teniendo un carro, hasta no tener que buscar a un amigo para expresarle sentimientos porque podemos escribírselo por Facebook, hace que muchos, si no es que la mayoría, caigamos en la vagabundería y la pereza de hacer el mínimo esfuerzo para respirar.
Lo más preocupante de todo es el individualismo que se genera a partir de estas conductas. Podemos llegar a ser intencionalmente avaros en el plano emocional, material y espiritual, con tal de mantener esa actitud hedonista que nos convierte casi en zombis. Para la ´´Civilización del Espectáculo´´ (Vargas Llosa) el placer de tener placer lo es todo, el placer es el camino a la felicidad.
No digo tampoco que querer tener y querer saciar la necesidad de placer sea malo, es de humanos. Pero si por el hecho de ser persona creo que puedo hacer lo que me da la gana ¿adónde queda entonces la línea que divide mis libertades y las de los demás? ¿Será acaso que nos olvidamos de aquella frase cursi que decía: ´´Mi libertad termina donde empieza la de los demás´´?
Recuerdo que hace unos 6 años,  le pregunté a mi profesor de cocina; un chef madrileño de unos 50 años en aquel entonces, ¿por qué había venido a vivir a Costa Rica?, el me respondió, diciendo que en España y  en casi todos los países del mundo ´´no se podía hacer nada´´. Las restricciones y los controles a la hora de manejar, de divertirse, de tener un negocio eran excesivos y que Costa Rica era libre para todas estas cosas.
Me duele pensar la diferencia que seis años pueden hacer en un país. Digo, no porque en Costa Rica ya no se pueda hacer lo que uno quiera, si no porque se puede hacer lo que a uno le da la gana. Ya la libertad no es libertad, es libertinaje. Puedo saltarme un semáforo porque tengo que llegar temprano y no hay nadie que me vea, puedo envenenar a un perro que descansa en la iglesia, porque aunque sea cura, el templo es sagrado y el perro hace que se vea feo. Puedo tener un Dodge RAM porque quiero que todo el mundo me tenga miedo en la calle, aunque el mundo entero esté tratando de disminuir las emisiones de gases.
Queremos economías abiertas, poder comprar cosas que vienen de Burkina Faso e Israel, poder tener Ipods, Ipads, Imacs y Iphones, usar bolsas plásticas, comer sushi de carne de ballena. Pero no queremos delincuentes, asesinos, basura en las calles, plásticos en el mar, ni gobiernos vagabundos.
¿Y entonces quién controla ese equilibrio? Ya no podemos asumir la bondad, ya no podemos confiar en que todo va a estar bien, ya no podemos permitirnos que la CCSS  cubra a los que no tienen seguro con aquellos que si lo tienen pero no lo usan, porque la gente descarada no paga. Ya no podemos dejar las cosas a la suerte.
¿Entonces es todavía tan imperativa la libertad?

martes, 21 de junio de 2011

PH TNAC YUB-MAYBE PHD

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martes, 19 de abril de 2011

¡Por mi culpa, por mi gran culpa!

Sacando conclusiones de una investigación acerca de las leyes a favor de los animales en Costa Rica, descubrí el agua caliente. Sí, la verdad que es muy obvia pero que nadie se detiene a ver.
Se los digo en serio, ya sé de quién es la culpa de los problemas de este país. Es más, casi que con mencionar  al culpable les doy la solución.
Tuve la suerte de ser iluminada con un poder divino que me guió para encontrar a los fatalistas dañinos de nuestra democracia y aunque no lo crean, al final del túnel no era Laurita la que aparecía. Tampoco era Migue ni Rafita, ni muchos menos ‘’El Cirque du la Asamblea’’.
¡Y adivinen quién era! ¡Era yo! Si yo… y usted y su vecino, su tía, el pulpero y hasta el mae del Cayenne que se pone la bata blanca  y le hace un listado de todos sus males.
Pero, ¿por qué?
Bueno muy sencillo. Les pongo de ejemplo el tema de los animales.
 La ley 2391 de inscripción y matrícula de perros (que debe ejecutar cada municipalidad) data de 1959. Imagínense que la ley de licencia, identificación y control de perros de Nueva York anda por 1980.  Con sólo esto podemos decir que nuestro país iba años luz en materia de legislación ( o sea no es la Asamblea la culpable).
Ahora, podríamos culpar a las municipalidades, no lo cumplieron.
 Pero buscando y buscando, las munis no tienen ni idea de la ley. ¡Hmmm que raro!
De nuevo otra adivinanza, ¿A quién le toca exigir que se cumplan las leyes municipales?
Sorpresa, sorpresa; a los habitantes de su cantón.
La pereza, la desinformación, el ´´ay no es que un proceso legal dura mucho tiempo y en este país no sirve de nada´´ son los culpables de la dejadez de Costa Rica.
 La cultura de: no lo voy hacer, mejor que otro lo haga; el: que aburrido, mejor no me meto en problemas; nos han dejado atrás siendo ´´el pueblo de Costa Rica´´, en vez de ser ´´Costa Rica, la gran nación´´.
La inseguridad, la crisis económica, el desempleo, eso dejémoslo para los gobernantes.
Pero, ¿Qué estoy haciendo yo ahora por mi País, además de quejarme de Laurita y los huecos de Sabanilla?

jueves, 17 de marzo de 2011

Frutilicious

Si ustedes son como yo, después de comer se les antoja algo dulce.
El problema es que a veces queremos algo fresco, natural y ojalá bajo en calorías.
Aunque en mi caso personal esto sucede muy poco, la disponibilidad global de algo dulce tiende a ser cremoso, chocolatoso, súper azucarado y tentador.
La única opción entonces parece ser el conformarse con una mini porción( ¡que decepción!), cosa que para la mayoría de la personas termina siendo contra producente.´´Me como sólo un mordisquito...bueno 2 y ya!¡Aaay que torta, me lo comí todo!Y después llega la culpa.

Una buena solución al problema son las frutas.
Sí yo sé, frutas; deliciosas para desayunar, pero para postre: boooring!
Hacer una fruta emocionante es muy fácil.
Con manzanas, duraznos, piñas o peras podemos hacer las mejoras frutas asadas.
Tomamos una de ellas, la partimos a la mitad, la bañamos con 2 cucharadas de amaretto o ron, una cucharada de miel o  un sobresito de edulcorante(mucho mejor si es plenda) y si queremos podemos agregar canela o nuez moscada.
La fruta se coloca sobre la parrilla o en el horno (queda más sabrosa en parrilla) y se deja cerca de 5 minutos por cada lado o hasta que se caramelice el azúcar, un color café oscuro.
Se pueden utilizar distintas variedades, picarlas y servirlas mezcladas.

Otra idea para un postre de este tipo es congelar las porciones de fruta cuando están a punto de ponerse feillas. Una vez congeladas colocarlas en el procesador con yogurt natural bajo en grasa y miel o edulcorante. Esto se procesa por 1 minuto y queda el helado perfecto. Saludable, sabroso y bueno para el estómago.

Cuando se puede embelesar y refinar algo tan sencillo como una fruta, todo lo demás es posible.